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2010 Edición
  • Teatro Cubano, un escenario ilimitado.

Consejo Nacional de las Artes Escénicas

Intentar abarcar en una página toda la memoria del teatro cubano es tarea ardua y sin embargo tentadora, porque no faltan en ella personajes y figuras que se enlazan a lo mejor de la cultura nacional toda. Desde las festividades populares, como el Día de Reyes, en las que el pueblo de la colonia fundía credos y maneras de expresarse, comenzó a filtrarse un acento propio para el sueño de una escena cubana, que el investigador esencial que fue Rine Leal comenzó a entrever en el areíto y otras ceremonias aborígenes. De ahí a la aparición de una pieza teatral en los albores mismos de nuestra literatura: El príncipe jardinero o Fingido Cloridano, firmada por Santiago Pita, emerge un camino de dudas, y búsquedas que también nos definen.

El período romántico no careció de personalidades interesadas en las tablas. El eco de los grandes autores hispanos y la influencia de otras literaturas animó a José Jacinto Milanés, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Joaquín Lorenzo Luaces. El siglo XX sería el teatro de batallas contra el acento hispanizante, y acogería los ecos del teatro bufo, desatado en la década de 1860, del cual luego emanarían otras formas teatrales de indudable arraigo popular: vitrina de costumbres que condujo al fenómeno irrepetible del Alhambra, todo un capítulo en la historia cultural de la nación, por otro lado, comenzaba a ser entendida por José Antonio Ramos y otros autores desde una posibilidad más contemporánea.

La caída del Alhambra, la dispersión de sus artistas hacia el Martí, el Payret o las carpas, deja claro que un nuevo tiempo llegaba. En 1940 se abre la Academia de Arte Dramático de la Escuela Libre de La Habana. Entre esa fecha y 1959 aparecen autores como Virgilio Piñera, Carlos Felipe y Rolando Ferrer. Se fundan grupos, y se intenta modernizar una escena nacional que tenga sus estrenos y sus espectadores. Prometeo, Teatro Universitario, Patronato del Teatro, Las Máscaras, Farseros son líderes en ese ideal, que va refinando la técnica y alcanza, con la creación de Teatro Estudio, en 1958, un nuevo punto de giro. Para los niños, trabajaban los Hermanos Camejo, María Antonia Fariñas, Dora Carvajal, Beba Farías, Modesto Centeno, Dora Alonso. A pesar de la apatía oficial, algo ocurría en esa Habana.

1959 dilató todo ese quehacer. La creación de las Escuelas de Arte, el seminario de Dramaturgia del Teatro Nacional, el impulso a grupos de danza, la apertura de los grandes escenarios a nuestros artistas, resultó un estímulo definitivo. Se crean los Conjuntos Dramáticos en las provincias, se ramifica el movimiento por toda la Isla para niños y adultos. Aparece un considerable número de autores cubanos: Abelardo Estorino, José Triana, Antón Arrufat, Nicolás Dorr, José Milián, Eugenio Hernández Espinosa, Montes Huidobro, Héctor Quintero, José Ramón Brene, todos tienen estrenos de importancia en la década esencial de los 60. En ella, junto a los maestros activos, se fundan modelos que aún hoy nos alimentan.

La creación de Teatro Escambray, el empleo de modelos de matiz social y renovador de estéticas, la búsqueda de nuevas temáticas, se combinan polémicamente en los 70 con todo lo anterior.

Época ardua, vino a replantear sus alcances y limitaciones en los 80, cuando maestros, discípulos y nuevos creadores, coinciden en el primer Festival de Teatro de La Habana, que intenta rescatar la memoria, enlazar tradición y novedad. Teatro Estudio es ya el grupo consolidado como líder: una escuela de hacer y de formas que Vicente y Raquel Revuelta, figuras imprescindibles, guiaron hasta la década del 2000.

En 1989 nace el Consejo Nacional de las Artes Escénicas. La política de proyectos independientes de las grandes compañías dibujó otro mapa sobre el que conocíamos. Hoy, el teatro cubano es un escenario dilatado donde coinciden figuras históricas, el peso de la tradición que exige nuevas revisiones, y las tendencias más modernas que, como la danza-teatro, han provocado nuevas discusiones y asimilaciones. Teatro Buendía, Argos Teatro, Teatro El Público, El Ciervo Encantado, Teatro Papalote, Teatro de las Estaciones, Pequeño Teatro de La Habana, Teatro Caribeño, Compañía Hubert de Blanck son algunos rostros en ese escenario. El presente se liga, como suele pasar en la escena, con el pasado y el futuro en un tiempo ilimitado.